LAS MUJERES INTELECTUALES Y SUS ESPACIOS

Y Eva alarga su brazo y toma la manzana, no renuncia a calmar su hambre, y lo hace así a pleno día. Satisfecha ella y su gusanillo ofrece con gesto generoso la manzana a Adán. No duda ni por un momento de que la misma manzana que sacia su hambre calmara también el de Adán. La iniciativa de Eva abre nuevas perspectivas. La mirada se transforma, se amplia. Eva se rebela y al mismo tiempo revela. El paraíso ya no es un ámbito ilimitado. Hay puertas de entrada y salida. Eva descubre el secreto de un Dios celoso que cada tarde se re-crea en sus criaturas. El paraíso de Dios son ellos, de ahí que Dios no pueda soportar su pérdida. Por la misma lógica que Eva aprendió de Adán: si Dios creador encuentra su propio paraíso en la recreación diaria de Adán y sus circunstancias, el paraíso de Adán -creado a imagen y semejanza de Dios, por lo tanto creador también- es recrear a Eva y sus circunstancias.